AGRICULTURA SOSTENIBLE

05/08/2020

El papel de la agricultura en el calentamiento global

La agricultura, según las cifras oficiales publicadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, es el segundo sector en emisiones difusas de gases de efecto invernadero en España.

De hecho, durante el pasado 2014 las emisiones derivadas de la actividad agrícola supusieron el 25% del total en el país.

Ante esta realidad objetiva, siempre se suele hacer hincapié en las consecuencias negativas que la actividad agrícola acarrea para el medio ambiente. Al fin y al cabo, es indiscutible que la agricultura es responsable de una parte considerable de las emisiones de gases como el dióxido de carbono. Así pues, hay que reconocer que determinadas prácticas, en el campo de la agricultura, fomentan el calentamiento global.

Ahora bien, dicho esto, es igual de importante destacar que, del mismo modo que produce emisiones, la agricultura también tiene la capacidad de ejercer de sumidero del dióxido de carbono. Históricamente, ha sido parte del problema, pero es también parte imprescindible de la solución.

En este artículo nos adentraremos, precisamente, en esta particular dualidad. Nuestro objetivo es demostrar que, mediante unas buenas prácticas, el sector puede revertir los efectos de su intervención en el entorno.

¿Por qué la agricultura produce emisiones de dióxido de carbono?

La agricultura produce emisiones de distintos gases, como el dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Pero ¿por qué razón? Fijémonos en el caso concreto del dióxido de carbono, para abordar la cuestión del calentamiento global.

Las emisiones de dióxido de carbono son provocadas por el uso de combustibles fósiles, por una gestión poco sostenible de los suelos —mediante, por ejemplo, determinados monocultivos—, por el cultivo de arroz, por el uso de fertilizantes y por la quema de residuos agrícolas. Nuestras acciones, en el terreno cultivado, tiene consecuencias directas en el medio ambiente.

La agricultura como sumidero del dióxido de carbono

Como decíamos, pero, la agricultura también tiene la particularidad de poder reducir las emisiones de dióxido de carbono. Ejerce como sumidero, es decir, que absorbe grandes cantidades de carbono y de dióxido de carbono provenientes de la atmósfera.

¿Cómo se da, este fenómeno? Pues a través de la fotosíntesis de las plantas, que son las que captan estos elementos químicos, que terminan acumulándose en el suelo. Cabe considerar que, si no fuera por esta función de sumidero que ofrecen los terrenos cultivados, la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera sería muy superior.

Las buenas prácticas y sus efectos en el calentamiento global

Así pues, la respuesta está en nuestras manos. Revertir las consecuencias ambientales de la acción de la agricultura es, hoy en día, perfectamente viable, mediante unas prácticas agrícolas más sostenibles.

Aunque mediáticamente se ponga mucho más el foco en los transportes y la movilidad, hay que tener en cuenta que las buenas prácticas en el sector de la agricultura también van a ser determinantes para hacer frente a la emergencia climática. En el caso de España, se podría reducir este 25%, nada menospreciable, de emisiones difusas en la atmósfera.

La gestión de los suelos, uno de los factores ineludibles

Ya nos ha quedado claro que, con unas buenas prácticas, la agricultura puede ayudar a combatir el calentamiento global. Más allá de la reflexión, pero ¿qué pueden hacer los agricultores?

Pues bien, en la medida de lo posible, cambiar esas dinámicas que nos llevan a emitir dióxido de carbono. Entre los factores clave, destaca la necesidad de potenciar una gestión más sostenible y eficiente de los suelos. Esto implica, en síntesis, adaptar los cultivos a la capacidad de trabajo de la tierra.

Por otro lado, la reducción del uso de fertilizantes a lo estrictamente necesario, es decir, fertilizar solo en función de las necesidades de la explotación, y apostar por una gestión inteligente de los residuos derivados de la producción—que requiere de la implicación de las instituciones públicas— también son acciones que van a aminorar los efectos negativos de la agricultura en la atmósfera.

Avanzar hacia una agricultura sostenible, por el bien de todos

Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera requieren de una respuesta colectiva urgente. Como hemos visto, en este artículo, la agricultura, injustamente señalada por sus efectos negativos, es un agente fundamental para el cambio hacia una disminución de las emisiones a escala global. Avanzar hacia una agricultura sostenible representa avanzar, también, hacia una sociedad más respetuosa con el medio ambiente.